
El Museo del Louvre de París fue escenario este domingo de un robo sin precedentes en la Galería de Apolo, donde se exhiben las joyas de la Corona francesa. Tres individuos encapuchados ingresaron alrededor de las 9:30 de la mañana, antes de la apertura al público, y en menos de siete minutos sustrajeron nueve piezas de la colección napoleónica pertenecientes a Napoleón Bonaparte, la emperatriz Eugenia de Montijo y la reina María Luisa.
Entre los objetos robados se encuentran una diadema y un broche de la emperatriz Eugenia, así como un collar de esmeraldas y un par de pendientes pertenecientes a María Luisa, segunda esposa de Napoleón I. También fueron sustraídos un collar de zafiros y varios broches reales diseñados en el siglo XIX y engastados con miles de diamantes, zafiros y esmeraldas. Una de las piezas la corona de Eugenia de Montijo fue encontrada horas después en una calle cercana, dañada durante la huida de los asaltantes.
Las autoridades francesas calificaron el hecho como un “desastre nacional”, comparable únicamente con el robo de la Mona Lisa en 1911. La ministra de Cultura, Rachida Dati, confirmó que los ladrones utilizaron una escalera extensible y un montacargas en obras cercanas para acceder al balcón del museo y forzar las vitrinas con herramientas de corte industrial. Los sospechosos escaparon en motocicletas por la ribera del río Sena, dejando atrás parte del botín y un vehículo incendiado.
Los expertos en arte señalaron que el golpe fue ejecutado con precisión profesional, y aunque las joyas tienen un valor económico alto, su importancia histórica y patrimonial es irremplazable. Arthur Brand, especialista en recuperación de arte robado, advirtió que “piezas tan reconocibles no pueden venderse en el mercado negro” y que los delincuentes podrían desmontar las gemas o fundir el oro, lo que supondría una pérdida irreparable para el patrimonio francés.
La Interpol y la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales (OCBC) están coordinando la investigación internacional, ante la posibilidad de que las piezas sean trasladadas fuera del país en los próximos días. Se trata del robo más importante ocurrido en el Louvre en más de un siglo, reavivando el debate en Francia sobre la fragilidad de la seguridad en los museos y la protección del legado cultural europeo.