La decisión del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 25% a productos canadienses ha generado una fuerte respuesta en Canadá. Como medida de protesta, muchos ciudadanos han optado por boicotear productos estadounidenses, cancelar viajes a EE.UU. y priorizar el consumo local.
El impacto económico de esta decisión es significativo, especialmente en ciudades fronterizas como Windsor-Detroit, donde diariamente se comercian 400 millones de dólares canadienses. Autoridades locales han expresado su preocupación, advirtiendo que estas restricciones afectarán a empresas y trabajadores de ambos países.
Ante esta situación, el primer ministro Justin Trudeau implementó aranceles de represalia por 155,000 millones de dólares canadienses, afectando diversas importaciones estadounidenses. Además, Doug Ford, primer ministro de Ontario, ordenó la retirada de todo el alcohol estadounidense de las tiendas controladas por el gobierno provincial.
📢 «Cada año, LCBO vende casi mil millones de dólares en bebidas de EE.UU. Ya no«, declaró Ford, reafirmando el compromiso de su gobierno con la economía local.
Mientras la tensión comercial sigue en aumento, muchos canadienses han optado por apoyar empresas nacionales como una forma de resistencia ante lo que consideran una «guerra económica» impuesta por Trump.
