El Papa Francisco dejó por escrito su renuncia como pontífice de la Iglesia Católica desde 2013, en caso de que su salud le impidiera continuar con sus funciones. Este documento fue firmado poco después de asumir el papado y se encuentra en manos del cardenal Tarcisio Bertone, aunque se cree que actualmente está bajo la custodia de su sucesor, Pietro Parolin.
A pesar de su hospitalización reciente debido a una neumonía bilateral, el Santo Padre ha mostrado una mejoría y continúa al frente de la Iglesia Universal. En varias entrevistas, Francisco ha expresado que no dudaría en presentar su renuncia si fuera necesario, pero también ha enfatizado que el papado es un compromiso vitalicio. Aunque ha minimizado la posibilidad de renunciar, ha dejado claro que está preparado para actuar si su salud se deteriora.
La carta de renuncia fue un tema recurrente en sus apariciones públicas, especialmente tras la renuncia histórica de Benedicto XVI. Francisco ha manifestado que no considera la renuncia como una opción común y que, si llegara a hacerlo, no adoptaría el título de «Papa emérito».
